sábado, 9 de febrero de 2008

DESDE LA BITACORA DE...diogenesp

Era mi cuarto viaje a Nueva York, y el primero que hacía fuera de las fechas navideñas. El motivo era mi boda. ¿Por qué en la Gran Manzana?, muy sencillo, mi cuñada se casaba con su novio neoyorkino y nosotros nos apuntamos a la fiesta con nuestra boda, así que nos íbamos a casar los cuatro. Esta es la crónica de este viaje tan particular.

PREPARACION DEL VIAJE
Esta vez no teníamos casa allí, ya que mi cuñada, que llevaba 7 años viviendo en la ciudad, se había mudado a las Canarias. Así que lo primero fue buscar alojamiento. Lo hicimos a través de una agencia de Valencia, vía Internet. Se nos hacía raro quedarnos en un hotel, así que alquilamos un apartamento de dos habitaciones en Park Avenue, de qué nos mandaron fotos y a primera vista no se veía mal. Como la cosa se planeó con tiempo, tampoco los billetes nos salieron demasiado caros, así que con toda la parafernalia para la boda nos preparamos para viajar al otro lado del charco. El sábado 21 de Abril salimos de Barcelona.

LLEGAMOS A NUEVA YORK
Una vez desembarcados en el JFK, y después de pasar el trámite de huellas dactilares y fotografía, cogimos nuestras maletas y llamamos por teléfono a la persona que nos tenía que llevar al apartamento. A los pocos minutos se presentó con una furgoneta o van, como la llaman allí, se llamaba Lucas, era argentino, y una persona muy amable. Nos enseñó el apartamento y nos ayudó a subir las maletas. Con el apartamento alucinamos un poco: el ascensor aparecía en la cocina, cada piso tenía una llave, y había un piso por planta, en teoría nadie podía aparecer de repente en tu casa, pero siempre te quedabas con la duda. Las habitaciones eran enormes, solo dos, con dos baños y la cocina comedor en medio. Una habitación tenía 30 metros cuadrados y la otra 40, acostumbrados a las estrecheces de los pisos hispanos, casi nos perdíamos.

Entre unas cosas y otras se nos hizo las 10 de la noche, una hora un poco mala para buscar donde cenar, pero tuvimos suerte de encontrar un restaurante japonés bastante bueno y muy barato, el Ginza, que visitamos en otra ocasión ya que resultó que el dueño, japonés, había vivido muchos años en Puerto Rico, y hablaba perfectamente nuestra lengua. Al lado había un badulaque, regentado por unos chinos, donde pudimos comprar provisiones para el día siguiente.


DOMINGO NEOYORKINO
Lo primero que hicimos al levantarnos fue buscar una lavandería donde nos plancharan los trajes a los chicos, y los vestidos de boda a las chicas, que ya os podéis imaginar como habían llegado en la maleta. No hubo problema, y enseguida encontramos una donde nos prometieron que al día siguiente estaría todo listo.

Los domingos los neoyorkinos hacen el brunch, y como neoyorkino es la última persona que ha llegado a Nueva York, nos dispusimos a cumplir con la tradición en nuestro sitio preferido, Jane´s, situado en Houston St., con buena música, buen ambiente y mejor comida.

El resto del día lo pasamos caminando por el Soho, con visita incluida a la Apple Store , y a otras tiendas del lugar, que a pesar del aire cada vez mas pijo, aún conserva cierto encanto. Picamos cuatro cosas en un bar llamado Kitchen Commune y después de descansarnos un poco en casa nos fuimos de fiesta al café Wha? para celebrar nuestra despedida de solteros/as. Este local está en un sótano, sirven copas y comida para picar tipo alitas, calamares, nachos etc. Tienen música en directo, un grupo buenísimo que interpreta clásicos del soul y del blues, además de música actual. El ambiente es de lo más festivo y la verdad es que lo pasamos genial.

LUNES DE PAPELEO Y PREPARACION.
A primera hora fuimos al City Hall para solicitar nuestra licencia de boda. No os voy a aburrir con los trámites, solo contaros que la empleada que nos atendió tenía un montón de faena y aún así se ofreció, en un perfecto español, para explicarnos lo que no entendiéramos de la solicitud. Después de pagar unas tasas, ya teníamos hora para nuestra boda al día siguiente.
Ya tranquilos, repetimos el viaje en ferry hasta Staten Island, muy recomendable porque es gratis y tiene unas estupendas vistas de la ciudad.

MARTES DE BODA
Llegó el ansiado día. Después de vestirnos y arreglarnos nos fuimos en taxi para el ayuntamiento. Mientras esperábamos al taxi, varias personas se pararon para felicitarnos y algunos hasta pidieron fotografiarse con nosotros. Nos costó bastante llegar al City Hall, ya que ese día el señor Bush visitaba la ciudad, y nos tuvimos que tragar un atasco por su culpa. Por fin llegamos y tras pasar el control de seguridad con las risas consiguientes, solo tuvimos que esperar un poquito para entrar en una sala, donde la funcionaria del ayuntamiento, Josephine Tagliarini, nos casó a las dos parejas, primero mis cuñados y luego nosotros, en una ceremonia muy divertida que no duró más de 10 minutos.
Después de recibir la lluvia de arroz nos fuimos a hacer las fotos con nuestras cámaras a Central Park, para ir a comer luego allí mismo, a The Boat House, donde habíamos reservado una mesa grande, pensad que éramos cuatro gatos, y donde comimos bastante bien mientras veíamos a la gente remar en el lago y a las tortugas tomar el sol. Tras la comida vinieron más fotos, un paseito por el parque y de vuelta a casa para cambiarnos de ropa e ir a callejear por Chinatown, en una tarde que podríamos llamar: “Chinatown, algo más que bolsos”. Terminamos el día cenando en casa con comida que nos prepararon en el Ginza con regalito incluido de varios envases con fruta para postre.

MIERCOLES DE RELAX
Shopping para las chicas, y paseito en helicóptero para los chicos, con vistas aéreas de la Gran Manzana, una experiencia para repetir. Después de esto, nos dedicamos todos a comprar aprovechando el cambio euro / dólar. Fuimos a comer al buffet Todai, donde nos pusimos hasta arriba de sushi y makis. La tarde la dedicamos, de nuevo, a las compras, y por la noche nos fuimos a Times Square, a la tienda Virgin de discos y a cenar al Planet Hollywood. Los sitios son lo de menos, lo mejor el ambientillo de este emblemático lugar.

JUEVES, QUE PENA, NOS VAMOS
Hay que aprovechar la mañana, señores. Desayuno en Le Pain Quotidien y metro hasta Chelsea para visitar la Jonathan Levine Gallery, un paraíso para los amantes del Pop Surealism. Allí compramos un par de litografías y libros y seguimos paseando por el Village, donde descubrimos sitios nuevos como la Abingdon Square y alguna tienda curiosa. Comimos en Rays Pizza y nos vamos despidiendo de la ciudad. Volvemos al piso, hacemos maletas, como buenamente podemos y el mismo Lucas que nos trajo del aeropuerto nos vuelve a llevar a él. Hasta pronto Nueva York.

1 comentario:

Emi dijo...

Que guay el plan para una boda, aunque yo el recurso NY lo reservo más para luna de miel jajaja, me gusta tu bitácora, muy buena.